Trump deja en evidencia potenciales dictatoriales que vienen creciendo desde hace tiempo.
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8 de octubre de 2025 / Patrick Mazza / El Cuervo - La historia alcanza a Estados Unidos. El centro del imperio más extenso de la historia, ahora regresa a sus propias costas.
Las escenas de tropas en las calles, con personas detenidas y llevadas a campamentos, ordenadas por un supuesto dictador que se autodefine como ley, se han visto en muchos países. Lo hemos visto con demasiada frecuencia. Algunos ejemplos notables han sido Chile, Brasil, Guatemala, Irán e Indonesia, impulsados por acciones encubiertas de Estados Unidos para preservar el poder de las oligarquías nacionales sometidas a los intereses económicos estadounidenses. Ahora vemos las mismas brutales afirmaciones de poder absoluto en Estados Unidos, por razones prácticamente idénticas.
Los imperios pueden implementar las políticas más dictatoriales en sus territorios coloniales, a la vez que preservan la democracia liberal en sus metrópolis. De hecho, la riqueza que proporciona el imperio lo permite. Pero cuando la situación se complica y aumenta la competencia por recursos limitados, la democracia liberal se desvanece y el puño de hierro pierde su protección.
Estados Unidos se enfrenta ahora a esta situación. China ha reemplazado a Estados Unidos como la principal potencia industrial y comercial del mundo, con liderazgo en numerosos campos tecnológicos. Dentro de Estados Unidos, las corporaciones, presionadas por obtener ganancias en tiempos de estancamiento económico, están oprimiendo cada vez más a la mayoría de la población. Esto se debe a la concentración de poder en oligopolios, donde la mayoría de las principales industrias se concentran en un puñado de megacorporaciones. Detrás de las corporaciones están los multimillonarios, que acumulan con insistencia cada vez más riqueza para sí mismos, mientras que la mayoría de la gente se queda atrás, hundiéndose cada vez más en deudas.
Las corporaciones y los multimillonarios han usado su poder para recortar drásticamente sus impuestos, trasladando la carga al resto de nosotros. El resultado son profundos déficits federales financiados con préstamos, lo que lleva a que los pagos de intereses superen los gastos militares. Es evidente que se trata de un esquema Ponzi que no puede continuar, como lo demuestra la creciente reticencia de los inversores a comprar deuda estadounidense.
Mientras tanto, el poder económico concentrado se ha apoderado del gobierno nacional. Cuando intereses poderosos chocan con el sentimiento popular, los primeros casi siempre ganan. De lo contrario, tendríamos atención médica universal, educación universitaria gratuita, un aumento drástico del salario mínimo y medidas serias para reducir la contaminación que destruye el clima. Las armas no fluirían a Israel. Por supuesto, la realidad es como la vemos.
Estados Unidos ha estado en una lenta trayectoria hacia el fascismo oligárquico durante décadas. Los intereses de los ricos han tomado cada vez más poder y han cortado las vías de participación democrática. Han sido fortalecidos por una Corte Suprema derechista que ha eliminado efectivamente todos los límites a las donaciones de campaña, al tiempo que ha dado vía libre a medidas que permiten la supresión del voto. Mientras tanto, una presidencia imperial ha cobrado poder a lo largo de los siglos XX y XXI , librando guerras abiertas y encubiertas sin la aprobación del Congreso.
Hoy en día, se escuchan muchos llamados para salvar nuestra democracia y detener el fascismo. Pero la pregunta es cuánta democracia hemos tenido realmente y hasta qué punto ha surgido ya una forma de fascismo moderado. Después de todo, una definición de fascismo es la fusión de las corporaciones y el Estado. Esto no significa que no tengamos democracia, pero es más fuerte en las localidades y algunos estados. Y, como se mencionó, es más débil a nivel federal, donde las corporaciones son más fuertes.
Lo que hace diferente al momento actual es la descarada búsqueda de poder absoluto por parte de Trump y su gente. Ignoran las órdenes judiciales. Amenazan con arrestar a funcionarios públicos. Federalizan las unidades de la Guardia Nacional. Envían tropas de un estado obediente como Texas a uno donde el gobernador se ha resistido, como Illinois. Mientras nos hemos alejado de la democracia durante mucho tiempo al amparo de las normas democráticas, Trump está descorriendo el velo. Si hay una luz en este cielo oscuro, es que este es un momento de claridad, cuando el potencial para un estado dictatorial que se ha estado construyendo durante mucho tiempo se hace evidente.
La cuestión es que estos potenciales ya existían. Son inherentes al papel de Estados Unidos como centro de un imperio: el militarismo, un vasto estado de inteligencia y vigilancia, el control de la política interna por parte de corporaciones globales y, sobre todo, el creciente poder de la presidencia, el gran motor del imperio. No debería sorprendernos que lo que se ha visto en tantos países controlados por Estados Unidos esté volviéndose en nuestra contra.
Por lo tanto, para salvar la democracia que tenemos y frenar la ola de fascismo, necesitamos profundizar en las raíces de nuestra situación actual e imaginar un futuro posimperial. Dado que el imperio se basa en la concentración del poder, necesitaremos encontrar maneras de extenderlo a nuestras ciudades, estados, comunidades y biorregiones para crear una democracia genuina. A esto me referiré en próximas publicaciones.
Fuente: https://theraven.substack.com/p/empire-comes-home-to-the-us
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Updated on 10/25/2025 - GDG
